Y allí estaban de nuevo, inmersos en el círculo vicioso de reencontrarse cada vez que la herida estaba por cerrar, impidiéndolo como si se tratase de un trágico final.
Volvían las promesas de mejorar, se abrazan los recuerdos y los alagos que se habían quedado en el aire. Se dedicaban a escarbar en el pasado olvidándose de construir un presente, que debido a su historial, lo más probable es que durara menos de dos segundos y en el mejor de los casos cualquier panorama visto de diversas perspectivas con sumo detalle, estaba destinado al fracaso.
Hay algunas pocas cosas del pasado que él aún quiere conservar, como aquella melancólica promesa de que Florencia los espera junto a un amor que hace tiempo
los kilómetros lo interrumpieron, se han jodido el cuerpo y ella se ha cansado de
amores que piden reencontrarse en ciudades que han sido destinadas al romance… se cansó de que le digan que el romance llegará que la espera pasará. Se cansó de aquel sueño, de las cartas que llevan más de 10 mil kilómetros de compañía,
de frases bohemias, de vivir pensando que este trágico amor matara la
distancia.
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