Girando hacia la salida la vio desvanecerse entre la noche y la lluvia. La buscó entre las calles obscuras de la ciudad y sólo encontraba que a cada paso que daba el corazón se le empequeñecía y el nudo en la garganta no dejaba que él gritara su nombre y de repente ocurrió lo inimaginable…
La encontró en un rincón con los ojos llenos de lágrima, tan indefensa, quedó impotente ante la rabia y dolor de ella. Para él las mujeres eran mutables por genética, y ella era la más mutable que conocía. Su vida y sus planes cambian a una velocidad cercana a la de la luz, tanto en las cosas más pequeñas como en las más importantes, mandarle un texto era como tirar una botella al mar con un mensaje, lo mismo llega que lo mismo no, y al repasar esto algo se llenó de calidez dentro de él…absurdamente su mutabilidad era una de las dos cosas que más le gustaba de ella.

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